sábado, 3 de junio de 2017

Catamarca/ Presentación "Hilos de la Puna" - Nuevo punto de venta en sastrería Luigi de Carlo


Dalmasio Mera, senador por Catamarca, impulsor del proyecto "Hilos de la Puna", posa junto al gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey, y los artesaños catamarqueños de la Cooperativa Laguna Blanca, entre ellos Ramón Gutiérrez y Guillermina Zárate.

Ramón Avelino Gutiérrez posa junto a un tejido realizado con la técnica ojo de perdiz.


Estuvimos en la prestigiosa sastrería Luigi de Carlo, ubicada en Av. Alvear 1661, en el Palacio Duhau, donde se comenzaron a exponer y vender los ponchos y las mantas de vicuña -tan reconocidos en el mundo, de nuestros artesanos de Catamarca.
El proyecto “Hilos de la Puna” es impulsado por Dalmacio Mera, senador nacional por Catamarca, y tiene como objetivo visibilizar y valorizar la excelencia de la artesanía y manufactura textil de la fibra de vicuña, originaria de la región de la Puna catamarqueña.

En el marco del evento estuvieron presente representantes de la Cooperativa Mesa Local Laguna Blanca, entre ellos, Zulema Gutiérrez, Noelia Suárez, y su presidente Ramón Avelino Gutiérrez. Esta cooperativa fomenta la producción sustentable de tejidos con fibra de vicuña, la autogestión y el respeto por el medio ambiente. Desde 2007, la Mesa Local Laguna Blanca Cooperativa Limitada se sumó a las organizaciones que mantienen vigentes las tradiciones originarias. Integrada por familias artesanas y campesinas, la cooperativa fue la forma de organización que permitió a sus asociados mejorar las condiciones de producción y comercialización de productos tradicionales, entre ellos, las prendas tejidas con fibra de vicuña.
Del 70% del chaku que se destina a la cooperativa, una parte (el 20%) se deja en un fondo común y el 80% restante se distribuye entre los socios.

Además, hablamos con Guillermina Zárate -la tejedora catamarqueña más reconocida por la excelencia en la calidad y el diseño de sus manufacturas, quien nos contó cómo se producen los ponchos, su tiempo de confección -de ¡hasta dos años!, y su condición de prendas únicas e irrepetibles. Zárate ha recibido distinciones a nivel provincial, nacional e internacional.

Guillermina Zárate y una réplica de su tejedora.

La fibra de vicuña
Es una de las más valiosas del mundo: el kilo cotiza entre 300 y 500 dólares y de cada vicuña se extraen unos 200 gramos de fibra. A partir de 2002, el gobierno provincial de Catamarca permitió la captura y esquila de vicuñas silvestres, siempre con la técnica ancestral del chaku.

El camino de la vicuña, el arte ancestral que baja de la Puna catamarqueña
Las prendas de vicuña tienen su punto de origen en Laguna Blanca, plena Puna catamarqueña. Ubicada al norte del departamento de Belén, es una pampa de altura ubicada a 3.260 metros sobre el nivel del mar. Forma parte de la Red Mundial de Reserva de Biósfera, impulsada por la UNESCO para conservar la diversidad biológica y los valores culturales de la región.
Entre las especies animales protegidas en este ecosistema figura especialmente la vicuña, por la cual se estableció la prohibición absoluta de caza pero se permitió la esquila en chaku. 

El Chaku
Es la técnica ancestral de encierro, esquila y posterior liberación de animales. El otorgamiento del permiso para el chaku fue el puntapié para movilizar a la comunidad de Laguna Blanca, ya que parte de la fibra vuelve ahora a los hogares para la producción de artesanías.


La técnica: "primero el arreo"
Durante los meses de noviembre y diciembre, 3 veces por año los artesanos y sus familias comienzan con el Chaku, el arreo de vicuñas silvestres. Entre 100 y 200 personas, prácticamente la totalidad de los habitantes de Laguna Blanca, acorralan los animales que bajan a pastorear y a tomar agua en las zonas de La Laguna, La Retama y La Salina. Con sogas en las manos, van llevando a los animales a los corrales para su esquila. En el último Chaku acorralaron cerca de 480 vicuñas, todo un récord.

La esquila manual
Una vez en el corral, cuatro artesanos toman un animal, le tapan sus ojos para evitar el stress ya que se trata de animales silvestres y empiezan a esquilarlo con tijera manual. Las vicuñas menores a 1 año son devueltas a los campos sin esquilar. “Nos damos cuenta por el tamaño del animal, por la dentadura y por la medida del pelo que es más corto”, explica Ramón.

De la fibra al hilo
Se dividen en partes iguales lo esquilado para que cada artesano lleve a su casa las fibras para seleccionar las que están en condiciones. Se desecha cerca del 30% cuando las fibras están muy sucias o deterioradas por la edad del animal. Luego de la selección de las fibras se comienza con el hilado. Se ata la fibra al Huso, un palo de madera con punta, para transformarla en hilo, con la ayuda de una piedra llamada Molluna. Una vez hechos los hilados, se los separa por tonos, se los lava con agua fría y jabón común, se los plancha y se los pasa al telar.

El telar y el valor del trabajo artesanal
El paso final es el urdido, es decir, la puesta en línea de los hilos para empezar a confeccionar la prenda. Un poncho de vicuña tarda en confeccionarse 6 meses, desde la esquila hasta el producto terminado. Una bufanda, 1 mes.
El tiempo transcurrido entre el arreo del animal hasta la prenda terminada revela el respeto por la vicuña y su entorno y el orgullo por las prácticas ancestrales.


Algunas de las piezas realizadas por artesanos catamarqueños que pueden encontrarse en la sastrería Luigi de Carlo, en el barrio de Recoleta, en Buenos Aires:


Fotos DF.
 

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